Dado que todos los compañeros de 4º de E.S.O. habíamos ido a parar a aquella isla desierta por casualidad, teóricamente ningunos deberían tener ninguna autoridad sobre los otros, pero este no fue nuestro caso. Como ya sabéis, nos dividimos en dos grandes grupos: los que se querían quedar y los que querían salir de la isla. Mientras que los segundos inventaban métodos absurdos para intentar abandonar la isla y casi sin recursos para subsistir, los que habían decidido quedarse estaban empezando a construir, por llamarlo así, una nueva sociedad. Los de este grupo, al que nosotros pertenecíamos, nos distribuimos las tareas tales como buscar comida, agua, refugio, materiales para cazar y sobrevivir… Cuando los compañeros del otro grupo se rindieron y vinieron a nosotros nos pidieron de nuestro alimento, de nuestro agua y de nuestro refugio, y no se lo dimos sin algo a cambio. Aunque no teníamos derecho a mandar, los convertimos de alguna manera en nuestros “esclavos”, ya que aprovechaban nuestros bienes, a cambio de sus servicios.
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